La Jojoba es uno de esos milagros de la naturaleza ya que es un arbusto que permanece siempre verde, a pesar de vivir en condiciones extremas. Vive en el desierto de Sonora en la frontera entre Méjico y Estados Unidos, cuyas condiciones climáticas le hacen soportar por las noches temperaturas bajo cero, mientras que al mediodía se superan los 45 grados.
Para ello ha desarrollado unas raíces de más de cuatro metros que se sumergen en la tierra en busca del poco agua del que puede disponer. Toda la planta es un prodigio es su lucha para sobrevivir y no secarse, y, lo más asombroso es que puede llegar a alcanzar los 200 años. Una propiedad de esta planta que la acerca al reino animal es su capacidad para producir ceras, que se obtienen por la presión en frío de las semillas del arbusto. Esta cera a temperatura ambiente se mantiene líquida y esta compuesta en un 96% de ceramidas, muy similares a las que recubren las células de la epidermis, e impiden su deshidratación.
Por sus características químicas las ceramidas son unos compuestos especialmente resistentes a la oxidación. En el caso del Aceite de Jojoba este efecto antioxidante se ve aumentado por la elevada presencia de vitamina E. Otra propiedad de las ceramidas es la capacidad de regular la secreción sebácea., tanto en los folículos dermatológicos como capilares. Al aplicarse un producto hecho a base de Jojoba se forma en la piel una película que permite el paso del aire, pero que protege extraordinariamente de la sequedad cutánea.
Por su gran similitud con el sebo humano las ceramidas son capaces de alcanzar las capas más profundas de la piel y pueden calmar el picor y ser muy útiles en tratamientos del acné. Otra gran ventaja ecológica es que el aceite de Jojoba ha permitido sustituir en muchas cremas al esperma de ballena, con lo que eso ha supuesto en la disminución de la caza y, por tanto en la conservación del cachalote.
No resulta casual que esta planta ya fuese venerada como sagrada por los aztecas, antes de la llegada de los españoles. Ellos ya la empleaban machacando las nueces y aplicándoselas directamente sobre la piel o el cabello.
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