Su nombre procede del árabe “alloeh” que significa sustancia amarga y “vera”, verdadera, dada que esta planta se consideraba en la antigüedad como la verdadera planta curativa. Sorprende la suculencia de sus hojas, con más de un 95% de agua, cuando esta planta crece en climas semidesérticos y en suelos arenosos y áridos, demostrando la capacidad que posee para retenerla.
Aunque podría parecer un cactus, es una planta de la familia de las liliáceas, a la que pertenecen también el ajo. Posee unas flores de color amarillo verdosos.
Su zumo posee un gran número de principios activos: Vitaminas antioxidantes del grupo B, C y E, minerales, calcio, fósforo, potasio, hierro, sodio, magnesio, manganeso, cobre, cromo y cinc. Aminoácidos esenciales, polisacáridos y enzimas. Posee una serie de sustancias que se han aplicado con fines antisépticos: Alantoina, un derivado antraquinónico, isobarbaloina, ácido crisafanico, ácido aloetico. Además de las propiedades antisépticas mencionadas anteriormente se ha empleado, sobre todo, como cicatrizante. Es tan potente su efecto regenerador cutáneo que se ha empleado hasta en quemaduras producidas por radiaciones. El Aloe que emplea Weleda lo obtiene de cultivos naturales en Andalucía.
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